TRES SUEÑOS

- Despierto en una playa. Estoy en una carpa. salgo de ella y mojo mis pies en la orilla. De repente el mar se recoge unos cien metros y pareciera que empieza a volver. Es un tsunami. Tengo miedo dos segundos. Pero lo controlo. Levanto una mano y le digo stop al mar. El mar se detiene. Yo toco la ola detenida. Y aprovecho de bañarme en esa masa de agua congelada en el tiempo. Cantan unas gaviotas. Recuerdo que es hora de despertar a mi mujer. Todo vuelve a la normalidad. Prefiero no contarle. Jamás me creería. La despierto con un beso.
- Estoy en un bus. Hay una anciana de pie. Está cansada. Le doy mi asiento. Me lo agradece y me dice al oído: vivirás cien años más. Cuando me bajo la vuelvo a mirar, sentada y sonriente. Ahí lo entiendo todo. Era la muerte. Parto derecho entonces a comprar un helado de piña. Lo disfruto más que nunca.
- Sueño con una chica de cara conocida pero que en el sueño no es ella, pero sí. Es distinta, tiene otra forma de hablar, de sonreir, de mirar, tiene los ojos celestes, casi grises. Tiene más conversación, es ella pero no es. Es la que yo quisiera que fuera o es la que ella quiere ser, no sé. Es extraño, pero camino por una calle de París (qué aspiracional la locación, pero bue, así fue). Hay una vaca cruzada en la mitad de una calle. La tomo de su campana y la pongo en una vereda. Sale gente a abrazarla. La chica me sonríe y cruza su brazo con el mío. Caminamos hacia a un café. Lleva un gorro de cuadro impresionista. Somos pareja en el sueño, pese a que ella es del siglo XIX, y yo un nacido en el XX viviendo en el XXI. Pero en el sueño nos encontramos y nos quisimos un café completo.

Soñar es raro. Y a veces sueño y sueño se me mezclan símbolos y conversaciones. Debo acostarme más temprano, hacer más ejercicio, dejar de fumar, por sobre todo, dejar de fumar.