LA BATUTA

Ayer partí solo a ver a Plastilina Mosh en la Batuta. Llovía y la verdad, después de la fiesta del jueves, estuve a punto de cambiar mi rumbo e ingresar a un monasterio. Pero el rock puede más.
Ayer particularmente la Batuta estaba atiborrada de gente. Me asomé al escenario y Lucía López y Blanca Lewin estaban casi en la primera fila. Y partí hacia allá. La Blanca me hizo una pregunta no menor: "hace cuánto que no estabas en primera fila en un recital". Guau. La verdad, creo que la última vez que estuve en esa posición fue en Amnistía Internacional en Mendoza, 1.988. Prometí no estar nunca más en primera fila. Fueron casi 12 horas de claustrofobia sólo interrumpida entre la música de los Prisioneros, Tracy Chapman, Peter Gabriel, Sting y Bruce "The Boss" Springsteen (acaba de sacar un disco tremendo, click aquí).
En fin. Estuve cinco canciones y me fui hacia la barra de arriba, donde estaba mi amigo personal Lobo Araneda, un socio vitalicio de la Batuta, quien me regaló un whisky que me refrescó bastante. Hacía calor ahí dentro. Al lado mío estaba Andrea Etcheberry, la vocalista de los Aterciopelados que acaba de sacar un disco. Es linda ella. En la antigua Concierto la entrevistamos dos o tres veces y siempre jugaba con un jardín zen chico que había en el locutorio. Más allá estaba Pancho Gonzalez de Lucybell con la Vero Calabi. Natalia del Campo y Carlos Salinas. Fernando Mujica y Pato Urzúa. Pablo Courard y su novia. Arturo Lovazano. Y la Andrea L'huillier con Felipe.
La tocata estuvo perfecta. 45 minutos de muy buena música. Los Plastilina tocaron con Bitman y Cee Funk Moraga. Pepino en batería y Espinoza en bajo. Notable. Buenos amigos, buena música, y todo en esa pequeña capilla sagrada melómana llamada La Batuta. Dios la cuide. O el Diablo. Lo digo porque el Lobo saca whisky de manera mágica.
El próximo fin de semana disjoquea Cecilia ahí. Habrá que ir.