LA VIDA ELEGANTE

El sábado pasado me levanté cerca de las once treinta de la mañana, como Dios manda el sábado cuando aún no tienes hijos. Puede que sea maravilloso aquello de la paternidad, pero hoy sólo sé que un sábado durmiendo hasta la hora del pepino es epifanico.
Me puse un buzo (salida de cancha, diríamos en Viña), casco, guantes y tomé mi bicicleta hermosa a quien bauticé como Sofía Loren. Partí a la Plaza Ñuñoa a firmar el asunto del plebiscito para que dejen de hacer edificios de mierda por todos lados. ¿Quién compra tanto departamento? ¿El cartel de Cali? ¿Un viejo avaro? No entiendo cómo se llenan todos. Blanca Lewin posteó todo el asunto pro Ñuñoa, para que se enteren vayan a su recontra visitado blog.
Mi mujer estaba trabajando en un comercial para Transbank así que, sumando y restando, después de mucho tiempo tenía un día despejado, con aire limpio, una bicicleta bacán, una tarde libre entera para estar conmigo.
Así las cosas, bajé de Ñuñoa hasta el Forestal, después me devolví por la rivera del mapocho hasta el comienzo de Vitacura; después subí por Isidora Goyenechea hasta Gertrudis Echeñique, tomando posteriormente presidente Errazuriz hasta llegar a Tobalaba con Pocuro, donde volví a bajar por la increíble ciclovía que le debemos a Cristián "Viva Pinochet" Labbé. Por esa ciclovía podría pensar en votar por él. Pero estoy inscrito en Ñuñoa así que cagó con mi voto don Labbé. Me salvé de votar por él.
Bajé por Pocuro entonces hasta Antonio Varas, volví a enfilar hacia Eliodoro Yañez y subí de nuevo hasta los Leones. Ya cansado, pero feliz, enfilé hasta mi casa en Ñuñork, en Pucará con Hamburgo. De las 12 hasta las 16:30 dando vueltas sin destino, conversando conmigo y contemplando la ciudad casi en meditación ciclística (los ciclistas, en algún momento del día, alcanzan la Santidad, se iluminan. Se quedan callados eso sí, no lo divulgan mucho, son una secta secreta unida por la energía del pedaleo).
Creo que pasaron años en que no me di un día de vagancia, justo además con aire limpio y pocos autos. Recordé que lo que más hacía cuando chico era pajarear arriba de una bicicleta, horas eternas, solo o con amigos aplanar calles pajareando.
Creo que la bicicleta puede salvar al ser humano. Y a Santiago de Chile, que dicho sea de paso, estaba impresionante el sábado. Cordillera blanca, poca gente, aire, ese río, mucho árbol. Santiago es una gran ciudad con pésimos y egoístas habitantes. Pero es mucho más bonito de lo que piensan los santiaguinos.
Tengo la sensación de que si Anacleto Angelini me eligiera de heredero; si me gano el loto o el kino; si encuentro el tesoro de Juan Fernández, es decir, cualquier cosa así de milagrosa que me diera el dinero suficiente para no trabajar más, la dura que no haría películas, no escribiría libros, no volvería a hacer radios y menos me metería en televisión. Renuncio a todo, no gastaría energía en nada, ¿para qué? Hasta el sábado creía en la gente que trabaja, que hace cosas. Ya no. Con una bicicleta, la vida es lo suficientemente elegante, completa. No haría nada más que gastar energía en mi bicicleta, sin rumbo, sin horas, todo los días todo el día, con eso basta para ser feliz, muy feliz. Como cuando era un niño y conocía los barrios, las calles, arriba de mi chancha CIC. Cuando el tiempo corría lento, como un elástico que se estiraba con tranquilidad, sin ansiedades, angustias ni compromisos que no queremos.Vaya como se te limpia la cabeza.
Se los recomiendo. La vida elegante necesita solo una bicicleta. Y un día de primavera sin nada más que hacer en medio de un duro invierno.
Bueno, o.k. También podría viajar, pero recorrería las ciudades arriba de una bicicleta. Viajaría con mi chancha. Tendría varias eso sí. Unas diez bicicletas, todas distintas pero todas increibles. Unas high tech y otras ultra bonitas y punto.
O me iría a vivir a Maitencillo y andaría en bicicleta todo el rato.

Se me ocurre una buena pregunta, una clásica del chileno de clase media: ¿qué haría usted si de un día para otro se hace millonario y no tiene que soportar más a los idiotas de su oficina ni ellos a usted nunca más con falta de bicicleta? es buena la pregunta, dale una vuelta y escribe tu vida elegante. Esa que hay que tener al menos en la imaginación.