XXXVII

Al final no fuimos a la montaña, la montaña vino a nosotros. Celebramos algo chico y ni tanto.
Fueron hartas personas. Pablo y Vero, Natalia y Carlos, Carmen Luz y Santiago, Troll y Fran, Julio y Paula, Zebra y Ursula, Fortu y Chica y Matilde (que hizo tres amigas nuevas de otra especie), Canuto y Bárbara, Martín, Pancha y Mono y Balti y Cleme, Joaquín, Coti y Luna, Sandrix y Araña y Pedrito, Katyna y Pepe, Jandi y Chino, Sole y Chino, Mónica y Lobo, Claudio C, un francés de no sé dónde y unas cuatro personas más que llegaron tarde y que no conocía mucho y el Dios Baco con todos sus poderes y trucos.
Y bueno. Julio Carrasco. Julio Carrasco que buscaba situaciones blog que no voy a postear aquí, en venganza por haber destruido mi patio e intentar apabullar mi celebración haciendo preguntas capciosas sobre mi vida personal y además, alegar todo el rato sobre la comida, la lentitud, la gente. Igual lo queremos. Matar. No. Julio, eres bienvenido. Pese a todo. Pese a tus fotos en el freezer de la casa. Con la Carmen Luz.
Enseñanzas: no haga usted el asado/no invite a Julio Carrasco/pida que le guarden ensalada/esconda su colección de figuritas si van niños/si va a tomar, coma/no saque vodka con red bull/juegue a la mafia v/s ciudadanos y gane. Sea mafia/diviértase/no coma mucha torta/juegue cosas, que de eso se trata juntarse.

Cumplí lo prometido: dormí a las 23:30. He madurado. Salud por eso.
Mención especial la combi de Santiago Larraín. Aquí un ejemplo. Bajo la lluvia. Al frente de mi casa estacionada en la puerta de la botillería. Un buen cierre. O casi cierre. Porque seguimos. Felicidad, celebraciones.

pd: Cuidado con julio rojas. Anda con cámara e internet en el bolsillo. Puedes pasar más de alguna verguenza. Julio, conversemos. Qué hacemos con ese material. Ya pues.