RUN LIKE HELL

El domingo pasado corrí el Nike 10K. Diez kilómetros desde la municipalidad de Vitacura, subiendo por la calle del Mercurio y bajando por la rotonda de lo curro y ahí derecho en bajada por Monseñor Escribá de Balaguer hasta la municipalidad otra vez.

Varias cosas:

- Como todo hombre que había dejado el deporte en cuarta opción del día, pensé que moriría. Y no morí (creo).
- Hay gente que disfruta correr más que hacer el amor. Yo buscaría una media...
- No todos eran cuerpos apolíneos fibrosos esculturales. De hecho iba yo. Habían familias, gente que tiraba coches de guaguas, lisiados con unos amigos que me gustaría tener, gordos, flacos, en fin.
- Nada como cruzar una meta que pensaste nunca ibas a cruzar. Parecía como llegar al cielo.
- Me encontré con mucha gente que creyó que estaba teniendo una alucinación al verme ahí, a las ocho y media de la mañana un domingo. Hace un año, a esa hora me acostaba a veces. No, miento, hace dos.
- Me creí la muerte todo el domingo y parte del lunes en la mañana.
- Hay gente que vuela, no corre. Gente que hizo los 10K en 39 minutos. Yo en el doble. Pero igual no más, la hice. Lo importante no es llegar, es durar. Deberíamos aplicar esa máxima en el sexo y en la vida en general.
- Qué bueno es tomarse con menos gravedad y hacer cosas que uno creía jamás haría.

Por cierto, agradecimientos especiales a Katyna Huberman que me devolvió el cariño por el trote hace unos meses ya. Fui la mascota de las chicas que están haciendo la obra la Maratón. Así, ¿quién no trota? Soy un afortunado. Lo sé.