LA ACTITUD

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MUJERES Y... ¿EL ULTIMO LACHO DEL MUNDO?

Mujeres de todos los tamaños y portes. Mujeres jóvenes, mujeres maduras. Mujeres que nunca se han tomado el mundo, porque el mundo siempre ha sido de ellas. Mujeres divertidas, que saben que al final la risa es el mejor maquillaje, el mejor afrodisíaco. Me gustan todas las mujeres que saben reírse.
Una amiga, muy guapa por lo demás, que está riéndose harto por estos días, me preguntó si yo era un insatisfecho en mi matrimonio porque me gustaban casi todas. Y no, amo a mi mujer, pero inevitablemente no puedo dejar de encontrar deliciosas a muchas y a algunas en particular. Y es mejor para mi matrimonio, porque es tanto el paisaje que uno no puede centrarse. Hombre que diga que no tiene ojos para otras mujeres es un mentiroso, un potencial infiel silencioso que se hace el perno, pone caritas y la hace toda por debajo. Los hombres deben aceptarse como hombres, lobos esteparios que de tarde en tarde chocan con postes porque se cruzaron con una bonita chica en bicicleta. Vicente Huidobro escribió en su poema Altazor el canto II, asunto que pocas veces he visto superado en el canto romántico hacia la figura de la mujer. Adscribo al genio emocional de Vicente Huidobro. El encantamiento hacia el género es inevitable. Tantas pestañas, tantas sonrisas, tantos cuellos y clavículas y piernas y pechugas y espaldas y ojos, esos ojos. Tanta voz dulce. Inevitable. Toda mujer debe estar al tanto de que todo hombre cae a los pies de este embrujo lacho. Aunque se haga el loco. Dejen de mentir y asuman: está lleno de mujeres increibles y digánselo a su mujer, si es que pueden. Si es que no cayeron bajo el influjo de una demasiado celosa y dictatorial.
Pensaba en esto después de una discusión con amigos y amigas al respecto. Es cierto y muy posible que uno se quede con una y haga la del cisne para toda la vida, claro que es cierto y real, lo vivo, pero aquello de que no se mira y se emboba es un poco falaz, mitómano, odiosamente insano y bobo.
la lista de mujeres increibles cerca y lejos de uno es infinita. Y salud por eso. Hace de la vida, de este relámpago pequeño que es respirar, un acierto del universo.

Lachos del mundo, uníos. Sinvergüenzas, reuníos y hablad de mujeres, sonreídle A TODAS y miradlas sin temor al castigo divino. Lo divino nace de las mujeres. (Pero ojo, no siempre, hay más cosas dando vueltas, aunque les pese a las chicas, hay más en el mundo por ver y hacer, lo cual no quiere decir que no sean de lo mejor. Son un gran tema, chicas, son uno de los grandes temas de la historia de la humanidad).

Eso. Un manifiesto lacho sinvergüenza. El blog da para todo. Es que no se puede vivir sin amor, ¿nunca escucharon la canción?. Y amen a una, pero en ella ámenlas a todas. Y punto. Y si son más valientes que uno y desfachatados, amen a varias como si fueran la resistencia francesa, persiguiendo la vida. Liberté, igualité, solidarité con quien quieras. Es preferible a la carcel de los sentidos bloqueados, pero cuidado: el imperio de los sentidos puede hacerte explotar como supernova, como enana blanca, una estrella que se derrumba sobre sí misma, como dijo una astrónoma famosa y chilena. Derrumbarse sobre uno mismo no es un goce, es mejor, más conveniente, desintegrarse en todas direcciones.

He dicho. Y qué. No quiero ser escandaloso. Sólo busco ser real. Y sí, creo en el amor para toda la vida, bah que no, pero esto no deja de alucinarme.

Cierro esto volviendo a la primera parte: humor. Saber reirse. Levedad. Esa es la clave. La oportunidad. La mejor calentura.

nota de la solitaria redacción: que me disculpen mis amigos gay, pero cortémosla con atribuirse a Madonna. Los heterosexuales también le debemos una sexualidad divertida. De no haber cantado nunca Like a Virgin, aún seríamos onanistas. Más aún. Madonna es del mundo, amigos. En el fondo, es mía. Y por eso la puse. Porque es potente. Y ha hecho y hace lo que quiere. Como todas las mujeres del mundo.

¿AMBICION Y/O DESEO?

Leía en el blog de mi amigo Cienfuegos un post suyo sobre el Padre Alberto Hurtado, y donde alababa una columna de Carlos Peña sobre el Nuevo Santo Chileno. Así, con mayúsculas. Porque respeto a la Iglesia católica más de lo que ella me respeta a mí como laico y liberal.
Aclaración: no nací en una familia católica. Debido a esto, nunca he tenido que mirar con demasiado respeto o temor a la iglesia, y tampoco tengo recelos frente a ésta. Para mí no es tema y punto. Existe y es importante para algunos, como también es repulsiva para otros. Dato curioso: la mayoría de mis amigos que estudiaron en colegios católicos, la detestan. Pocos practican su visión hasta el día de hoy.
Así las cosas, debido a que mi mujer tiene entre sus parientes a un reconocido catequista, me llegaron a las manos varios libros de Hurtado que leí sin prejuicios, sino más bien con el interés por saber de quién me hablan más allá del logo del Hogar de Cristo con su cara. Y vaya que me pareció revolucionario el hombre. Un personaje que luchó por una justicia social que hasta el día de hoy no existe. Y es terrorífico pensar que hubiera sido de Chile si un cura no le hubiera hablado con tanta rabia y convicción a la clase dominante, sector que no es precisamente abierto a recibir críticas de ningún tipo, ni tampoco una tribu con una autocrítica objetiva frente a su rol social. Gente de cejas protuberantes que gobierna desde sus bolsillos y desdeña del prójimo. Curiosamente muchos de ellos alaban a Hurtado, y se golpean el pecho dentro de las iglesias Domingo tras Domingo. Ahora entiendo por qué se confiesan tanto. Deben tener una relación amor odio con sus culpas, más aún viendo los índices macroeconómicos del país que dibujan un abismo en los gráficos cuando se habla de repartición de la riqueza, de disminuir la brecha entre billeteras gordas y chaucheras con telarañas.
No entiendo eso de hacer Santos a los hombres buenos, considero que es aumentar la distancia entre el hombre posible y el imposible, el bueno, el que es humano, de carne y hueso, con miserias y virtudes. Quizás eso provoca la reflexión más puta de todas: ¿cómo hacer justicia social si no soy Alberto Hurtado, un Santo, un único entre los hombres, si soy simplemente un infeliz ser común y corriente con pecados comunes y corrientes como la avaricia, la gula, la soberbia, la ira y la pereza, asuntos que soy incapaz de doblegar? La divinidad está tan lejos del hombre, y la humanidad y sus desafíos tan cerca.
No sé. Sólo sé que hay gente con hambre. Esa gente con hambre buscará que comer. Y si tienen que asaltar, robar y golpear para hacerlo, lo harán. Otros lo han hecho sólo para duplicar su riqueza, y andan sueltos, a cuerpo de rey, protegidos como el demonio por sus perros. Que alguien quiera hacer una cárcel para enviar a ladrones en marte, allá él. Alberto Hurtado lo miraría de arriba a abajo y saldría a intentar conseguir monedas para alimentar al que se caga de hambre, porque sabría que ahí se detiene la cadena. Y comienza un país de verdad. Y punto. Lo demás, es hipocresía.

Para mi gusto, sólo hablo de un hombre bueno. De esos que ya no se encuentran fácilmente en esta matrix donde todos se salvan solos. ¿Debería detestarlo porque era católico, porque usaba sotana? Nisiquiera vale la pena detenerse en la bronca contra la iglesia (que repito, no tengo). Sólo me sirve para saber donde estoy, que he estado haciendo. Y llegar a una conclusión devastadora: he hecho poco y nada por tener igualdad, para que exista la justicia social que le reclamamos siempre a otros.
Claro que el hombre desdeñaba tanto de poderosos como de carreteros y bohemios, por ese asunto de la pureza y el orden que impone su religión. Ahí, claro, no hubiéramos estado de acuerdo en una serie de puntos, por cierto no creo que la pureza sea un camino válido para vivir la vida, soy más bien fan de la publicidad de Omo: Ensuciarse hace bien. Pero bueno, eso no le quita valor, era su opción y la mía El Liguria.

Definiciones que vale la pena tener claras:
Deseo: Fuerte inclinación de la voluntad hacia el conocimiento, consecución y disfrute de algo.
Ambición: Deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama.

Son dos cosas distintas, según el diccionario. Según yo, es mejor el deseo, en todas sus formas.

Hoy por hoy, los medios de comunicación son sólo rating y egocentrsimos baratos. Idolos con pies de barro que suben y caen dependiendo de con quien se acuestan o como se reubican. Pero como se nota cuando un medio es desalmado, egocéntrico, presa de simples números y con nada de espíritu. Hemos tratado de protestar a nuestra manera cada vez que encontramos que algo es injusto, pero siempre podría ser más. Los medios sólo son importantes cuando se hacen por la gente. Lo demás es onda, paja, decorado, espejismos, publicidad.

Mi amigo Zebra también escribió algo sobre Alberto Hurtado. Lúcidamente, para variar, en su blog. Ya lo linkearé acá, no sé por qué mac no deja hacerlo. En fin. Buenas noches y muchas gracias por hojear este blog,