LA MUSICA Y YO
Siempre me preguntan qué me ocurre cuando escucho que hay otras radios tocando lo que toca la Concierto. No es una pregunta que me caiga muy bien, pero no por el hecho de que exista competencia, sino porque la música no es de nadie en particular. Claro que nos tocó ser la primera línea de batalla cuando el dos mil todavía se negaban a probar si era posible juntar un grupo de gente lo suficientemente grande como para hacer comercial una propuesta que nadie quería experimentar así como así. Y esa irresponsabilidad comunicacional se la debemos a Marcelo Zuñiga, un señor que estuvo detrás de la Cooperativa en los ochenta, detrás del fenómeno Rock and Pop (eso sí que fue grande en su momento), detrás de la radio Corazón (boom popular), FMHIT, FMDOS (me gustó ser parte de los que inventaron esa radio, fue potente y grande), y después la Nueva Concierto. La gracia de ese señor es que, si te ve entusiasmado, te da cuerda. Seguramente no tenía idea qué era Stereolab, pero yo parecía tener mucha más convicción que los tarados que decían que tocara Air Supply porque eso era adulto contemporáneo. Por otra parte, ciertas personas me dijeron que otra "gran verdad del ABC1 adulto contemporáneo" era que no escuchaban -textual- ni a negros, ni a maricas, ni a judíos. Ya, dije en una oportunidad, "entonces van a cantar ustedes porque nos vamos a quedar sin música". Querían negar la importancia de Motown, de los gays y la industria judía en la música. Y ahí entendí que un sector dominante del país había llegado al 2.000 pensando de una manera tan medieval como aborrecible. que no había avance después de diez años de democracia en las cabezas de los que de verdad gobiernan este planeta. Ese tipo de conservadurismo que a la larga les hace daño a ellos mismos porque viven aislados en un país de cincuenta mil habitantes. El único país que les importa, en el fondo. Al resto, quieren educarlo como si fueran conquistadores evangelizando a indigenas. Un poder ignorante lleno de verdades y una moral enrarecida por prejuicios y culpas que quieren imponer al resto. Una vieja escuela. Un The Wall en todo orden de cosas. Miedosos, en el fondo. Son los mismos que sospecharon del blog. Y llegaron tarde. En fin. Menos mal que se puede vivir sin ellos y que hay cosas que pueden ser posibles igual, como que cierto segmento adulto contemporáneo radial que se volvió loco tocando a Hooverphonic, Tosca, Starsailor, The Aluminum Group y muchas, muchas bandas más que no se tocan ni en radios de Europa. Bueno, existen miles de radios en la red (celebro la aparición de la Minga acá, está interesante eso), pero en la radio abierta nunca, NUNCA se ha dado que varias radios se vuelvan locas tocando a Tindersticks. Me da un gusto increíble en todo caso. Y creo que hay que cuidar lo que tenemos hoy. Tengo amigos en casi toda la competencia directa, gente con cabeza y buen gusto. No puedo entonces odiar a la competencia. Hacerlo sería muy chulo de corazón, y aunque soy muy chulo en ciertas cosas, no llego tan lejos.
Pero bueno, la música y yo. Nací en una casa de padres ya mayores. No pasaron por los Beatles sino por Lucho Gatica. Entonces agradezco que mi padre me regalara desde chico discos que ningún otro papá de mi entorno le regalaría a sus hijos. Tuve discos en vivo de Barry White, la colección entera de la ELO, de Alan parsons, Pink Floyd, pasé por Scorpions hasta Iron Maiden, de King Krimson a Ratt. Jean Michel Jarre y Vangelis me rayaron en su momento. Pero también amaba el British Steel de Judas Priest. Los primeros discos de AC/DC. La banda sonora de ET y Close Encounters. Después ya empecé con discos más raros como Talking Heads, OMD, Brian Eno y Kraftwerk. Repasamos Blondie, escuchábamos a The Clash a comienzos de los ochenta (todo gracias a mi gran amigo y melómano desquiciado Pancho Morales), Los Ramones, U2 desde siempre y The Smiths. Para que hablar lo que me pasó con The Cure o con The Stranglers, lo que se gozaba Echo and the bunnymen. Nunca me quedé en una sola tendencia. También me gustaba el pop, A-ha, Duran Duran, me gustaba mucho el folk de fleetwood mac, tuve discos de Cat Stevens antes de conocer a Leonard Cohen, también escuchaba el disco doble de Simon & Garfunkel en Central Park. Sinead O'connor me mata (estuve con ella -y de la manito- en la conferencia de Amnistia Internacional, jejeje, sí, me quiebro). Peter Gabriel, Tears for fears, Simple Minds. Reconozco una mayor tendencia a mirar Europa que a Estados Unidos. Siempre odié a Bon Jovi pero me gusta REM. Es el sonido. Ese sonido puro, sea con máquinas o guitarras, algo honesto que me gusta reconocer en la música.
Tuve todos los discos de casi todo lo que sonaba en las radios y lo que no en cassettes de cromo que me grababan en la antigua Concierto de Viña del Mar. Puse música en fiestas siempre y también puse música en discotecas de moda como la Scratch. A todas las chicas que me gustaban les grababa un cassette con una selección friamente calculada. Pasaba horas al día grabando y escuchando discos nuevos que me compraba en la Circus o en Fusión o en la Casa Amarilla de Viña del Mar. Y siempre que iba a casas lo primero que hacía -lo sigo haciendo- es mirar los discos del dueño. Una vez estuve enamorado de una chica a la cual no conocí pero sí su colección. Maldita sea, estaba con otro y se casó con él.
Sí, suena mamón pero, ¿para qué drogarse con drogas duras si basta con los discos y un buen vino?
En fin, es sábado, algo tarde, en la tv está E! con Brooke Burke en las Islas Griegas y mi pajarito García duerme a mi lado. A ella le gusta Mecano y Miranda!. Es inmadura, lo sé ye lla lo sabe y le da lo mismo. Es una mina de los tiempos actuales. Pero canta we're both hiding de The Aluminum Group. Y le gusta verme escuchando música. Con eso ya basta. Imposible más linda.
Un día haré una lista grande de discos. Pero de los viejos. Hay que repasar. Estar siempre al día puede dejarte tonto y siempre es bueno repasar, por ejemplo, el Tusk de Fleetwood Mac, el Time de la ELO, I Robot de Alan Parsons, algo de Violeta Parra, el soundtrack de apocalipsis ahora, Their satanic majestic Request de los Stones o el Revolver de los Beatles o What's goin on de Marvin Gaye o algo de los Twist o So Tough de Saint Etienne. Lo que NO hay que hacer, es dejar de escuchar música. Eso sería perder las ganas de vivir. Y siempre se tendrán ganas con un par de buenas canciones. Siempre.
Buenas noches.