
Ayer volví a sentir un terror que creía olvidado, pero ahí está, profundo y doloroso. Pareciera que mi generación, los de treinta y tantos, viviremos siempre con temor al poder, ese que es capaz de cualquier cosa con tal de prolongarse.
Haber matado a Eduardo Frei Montalva no es peor que haber desaparecido a un ser humano común y corriente, pero en cierto grado, sí. Es cagarse sobre las bases de la República. Es haber matado a un pueblo soberano, una constitución. Eso lo sabíamos, obvio, fue lo que hicieron, pero el estupor que provoca la confirmación en la voz de su hijo es paralizante. Da miedo, de verdad. dan ganas de hacer un hoyo y aparecer en una playa de Brasil lejos de la civilización.
Sea Polonio 2.010 o el número que fuere; sea gas mostaza, sea una bala. La intención de aniquilar sigilosamente, cobardemente, se contrapone tan duramente al concepto de la vida, la ética y la moral. Y claro, sabemos que vivimos en un mundo desquiciado, antibiótico y pro-poder, sea cual sea el precio, pero aquí el terrorismo de estado se pasó de la raya , parece de película basada en teorías conspirativas.
Ahora probablemente el culpable sea Pinochet, pero en el infierno no hay juicio, sólo llamas. Dirán que fue Berríos, el que se insoló en Uruguay en una playa con un par de balas. Pero digan lo que digan, muchos ampararon estas brutalidades, las supieron y sus caras aparecen en la televisión permanentemente. No todos fueron del gobierno militar, no señor, en estos escenarios y pasillos del horror hay gente de todos los sectores que saben más de lo que los pobres ciudadanos comunes y corrientes se imaginan. Y aunque digan que hay que mirar al futuro, que borrón y cuenta nueva, que el país de hoy y la cacha de la espada, sólo me queda decirles, a todos: la gente, "los rotos", "la chusma" como los llaman, son menos idiotas de lo que piensan, en rigor son hartos más vivos, y siempre, SIEMPRE, los llevarán en la memoria como un grupo de canallas.
Lo peor de todo es que esto es así. Dejémonos de inocencia pelotuda. Desde que el mundo es mundo y existen imperios, se asesina por dinero, poder. Si tiene alguna duda sobre conspiraciones les invito a leer a Machiavello, el Príncipe, o bien vean el Padrino capítulo 1, cuando la mujer de Michael Corleone le dice "pero si los gobiernos no asesinan gente", y Michael sólo sonríey le hace cariño en el pelo. La Biblia del mundo moderno la escribió Mario Puzo y la llevó al cine Coppola. Y es la Trilogía del Padrino.
Pero seamos buenos, así como si hubiéramos nacido budistas y respetemos a la vida por sobre todas las cosas: el poder ¿da para todo? No señora, no señor. Lo que se vivió acá fue, simplemente, atroz. Innecesario. Maldad gratuita y organismos del demonio. El Malo paseándose por los pasillos de la Moneda, enviando a sus perros a comer carne de inocentes.
"Ratas, está lleno de ratas", dijo Nicholson a Di Caprio en los Infiltrados. Y tenía toda la razón. Y trabajan escondidas en las alcantarillas.
Menos mal que somos gente común y corriente, con las manos limpias. Al menos de sangre.